¡Hola, exploradores de Manoa!
Hoy, nos adentramos profundamente en la historia del VIH y el SIDA, para entender los orígenes y la progresión de estas enfermedades que cambian la vida y que han afectado a millones de personas en todo el mundo. Es importante reflexionar sobre esta historia, ya que nos permite apreciar los avances realizados y renueva nuestra determinación para luchar por un futuro sin VIH/SIDA, o al menos sin muertes relacionadas con el SIDA.
El Descubrimiento del VIH/SIDA
Todo comenzó a principios de la década de 1980, cuando los profesionales médicos en los Estados Unidos notaron un peculiar patrón de enfermedades raras entre hombres homosexuales jóvenes, previamente sanos. Estas enfermedades incluían un tipo raro de neumonía y un cáncer de piel conocido como sarcoma de Kaposi. A medida que los casos aumentaban, quedaba claro que algo siniestro estaba en marcha: un nuevo virus desconocido estaba causando el debilitamiento del sistema inmunológico. Unos años más tarde, en 1983, el virólogo francés Dr. Luc Montagnier y su equipo en el Instituto Pasteur descubrieron el virus, al que llamaron Virus Asociado a la Linfadenopatía (LAV). Al año siguiente, el investigador estadounidense Dr. Robert Gallo y su equipo también descubrieron el virus y lo llamaron Virus Linfotrópico de Células T Humanas (HTLV-III). Finalmente, el virus fue llamado Virus de la Inmunodeficiencia Humana (VIH), y la condición causada por él, Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida (SIDA). Es muy importante conocer la diferencia entre VIH y SIDA.
Orígenes del VIH
Se cree que el VIH proviene de un tipo de chimpancé en África Central. Los investigadores piensan que cuando los humanos cazaban estos animales para comer, entraban en contacto con su sangre infectada, lo que llevaba a la transmisión del virus a los humanos. Esta transmisión entre especies probablemente ocurrió a principios del siglo XX.
El VIH se clasifica en dos tipos: VIH-1 y VIH-2. El VIH-1 es más prevalente y agresivo, mientras que el VIH-2 se encuentra principalmente en África Occidental. Se cree que ambos tipos se originaron a partir de los Virus de Inmunodeficiencia Simia (VIS) encontrados en diferentes especies de primates.
Comprender las diversas formas en que el VIS afecta a los primates no humanos puede proporcionar valiosas percepciones sobre los mecanismos de la patogénesis del VIH en humanos
El Virus de la Inmunodeficiencia Simia (VIS) infecta a primates no humanos, incluyendo chimpancés, gorilas, mangabeys fuliginosos y varias otras especies de monos africanos. Aunque el VIS está estrechamente relacionado con el VIH y comparte muchas similitudes, su impacto en los primates no humanos varía dependiendo de la especie.
En algunos casos, la infección por VIS en primates no humanos se asemeja a la infección por VIH en humanos, lo que lleva a un debilitamiento del sistema inmunológico y a una mayor susceptibilidad a infecciones oportunistas. Por ejemplo, el VIScpz, que infecta a los chimpancés, se ha asociado con un mayor riesgo de morbilidad y mortalidad en los animales infectados. Las investigaciones han demostrado que los chimpancés infectados con VIScpz pueden desarrollar una enfermedad similar al SIDA en humanos, con una disminución de las células T CD4+ y una mayor susceptibilidad a las infecciones.
Sin embargo, en otras especies de primates no humanos, la infección por VIS parece ser no patógena o causa solo síntomas leves. Los mangabeys fuliginosos (un tipo de mono, por si no eres un experto en monos...), que son el huésped natural del VISsmm (el precursor del VIH-2), generalmente no desarrollan inmunodeficiencia severa o síntomas parecidos al SIDA cuando están infectados con el virus. Sus sistemas inmunológicos han evolucionado para coexistir con el virus sin consecuencias significativas para la salud. Del mismo modo, los monos verdes africanos infectados con su cepa específica de VIS generalmente no muestran signos de la enfermedad.
Las diferencias en el impacto de la infección por VIS entre los primates no humanos pueden atribuirse a varios factores, incluyendo la coevolución del virus y su huésped, así como las diferencias en la respuesta inmunológica del huésped. En las especies donde la infección por VIS es no patógena, el sistema inmunológico del huésped parece haberse adaptado al virus, minimizando la respuesta inflamatoria que a menudo contribuye a la progresión de la inmunodeficiencia en los humanos con VIH.
Comprender las diversas formas en que el VIS afecta a los primates no humanos puede proporcionar valiosas percepciones sobre los mecanismos de la patogénesis del VIH (el proceso por el cual una infección conduce a una enfermedad) en humanos e informar sobre el desarrollo de nuevas estrategias de tratamiento y vacunas.
Orígenes del VIH-1
El VIH-1 es la forma más prevalente y virulenta del virus. Es responsable de la pandemia mundial de VIH/SIDA. El VIH-1 está estrechamente relacionado con una cepa de VIS encontrada en los chimpancés llamada VIScpz (¿podría esto ayudarnos a encontrar un tratamiento en el futuro? ¡Esperamos que sí!). Se cree que la transmisión del VIScpz de los chimpancés a los humanos dio lugar al VIH-1.
La transmisión probablemente ocurrió cuando los humanos cazaban chimpancés para obtener carne de monte en África Central, entrando en contacto con la sangre infectada de los animales. Esta transmisión inicial entre especies, o zoonosis (el COVID es otro ejemplo de transmisión entre especies), se estima que ocurrió a principios del siglo XX. El VIH-1 tiene varios subtipos (grupo M, N, O y P), siendo el grupo M el más extendido y responsable de la mayoría de las infecciones por VIH a nivel mundial.
Orígenes del VIH-2
El VIH-2 se encuentra principalmente en África Occidental y es menos virulento que el VIH-1. Comparte una mayor similitud genética con el VISsmm, una cepa del Virus de Inmunodeficiencia Simia que se encuentra en los mangabeys fuliginosos. Al igual que el VIH-1, se cree que el VIH-2 surgió de la transmisión del VISsmm a los humanos cuando cazaban mangabeys fuliginosos para obtener carne de monte.
El VIH-2 fue identificado por primera vez en 1986 y, aunque puede conducir al SIDA, la progresión de la enfermedad tiende a ser más lenta que con el VIH-1. Además, las personas infectadas con el VIH-2 son menos propensas a transmitir el virus a otras personas.
La capacidad del virus del VIH para mutar rápidamente y atacar el sistema inmunológico ha hecho que el desarrollo de una vacuna sea un gran desafío.
La Pandemia Mundial de VIH/SIDA
Desde la década de 1980 en adelante, el VIH/SIDA se propagó rápidamente por todo el mundo, afectando a millones de personas. El África subsahariana fue la más afectada, con la enfermedad convirtiéndose en la principal causa de muerte en la región a principios de la década de 2000. Hoy en día, más de 38 millones de personas viven con VIH en todo el mundo (y todo comenzó con un mono...). El estigma, la discriminación y la desinformación exacerbaron aún más el problema, dificultando la posibilidad de abordar eficazmente el problema.
Sin embargo, la comunidad mundial se movilizó para combatir la epidemia. En 1987, se aprobó el primer medicamento antirretroviral, AZT, para el tratamiento del VIH. Con el paso de los años, los investigadores han desarrollado terapias antirretrovirales (TAR) más efectivas, que han salvado millones de vidas y han permitido a las personas que viven con VIH llevar vidas más saludables.
El Camino hacia una Vacuna
Durante décadas, los científicos han estado buscando una vacuna efectiva contra el VIH. Aunque varios candidatos han entrado en ensayos clínicos, ninguno ha proporcionado aún una protección adecuada contra el virus. La capacidad del virus del VIH para mutar rápidamente y atacar el sistema inmunológico ha hecho que el desarrollo de una vacuna sea un desafío significativo. A pesar de estos obstáculos, la investigación continúa y los científicos siguen siendo optimistas sobre la posibilidad de encontrar finalmente una vacuna exitosa.
La historia del VIH/SIDA es un sombrío recordatorio del devastador impacto que las enfermedades pueden tener en la humanidad. Sin embargo, también muestra nuestra capacidad para unirnos, compartir conocimientos y trabajar hacia un objetivo común. A medida que continuamos avanzando en la comprensión y tratamiento del VIH/SIDA, no olvidemos que estamos más cerca que nunca de alcanzar las metas internacionales.
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