Abordando la Crisis del VIH en el Caribe: Progreso, Desafíos, y el Camino a Seguir.
La región del Caribe ha estado lidiando con una alta prevalencia de VIH, clasificándose como la segunda más alta del mundo fuera del África subsahariana en 2021. ONUSIDA informó que 330.000 personas vivían con el VIH en el Caribe, con 14.000 nuevas infecciones y 5.700 muertes relacionadas con el SIDA ese año. Aunque 230.000 personas estaban recibiendo tratamiento, una asombrosa cifra de 100.000 individuos aún carecían de acceso.
A pesar de estas cifras alarmantes, la región ha hecho un progreso significativo desde 2010, reduciendo las muertes en un 50% y las nuevas infecciones en un 28%. Las infecciones infantiles también han disminuido en un 47%, gracias a mayores inversiones en atención sanitaria tanto del sector público como del privado. Sin embargo, estos avances no son suficientes para eliminar la amenaza del VIH en el Caribe.
Aunque el financiamiento es crucial, también se necesitan estrategias efectivas para combatir el VIH. La experiencia de Cuba, por ejemplo, muestra que a pesar de que el apoyo público ascendió a 63 millones de dólares en 2013, las infecciones han aumentado en un 11% desde 2010. Sin embargo, Cuba ha logrado reducir las muertes relacionadas con el SIDA en un 51% en el mismo período.
Uno de los principales desafíos en el Caribe es la prevalencia de la desigualdad de género y la violencia de género, que actúan como barreras para las pruebas y el tratamiento.
Es alentador que el Caribe haya visto resultados positivos en las pruebas y el tratamiento: el 84% de las personas conocen su estado, el 83% están en tratamiento, y el 87% de aquellos en tratamiento están suprimidos viralmente, lo que significa que no pueden transmitir el virus. Sin embargo, el 61% de la población de la región sigue estando suprimido viralmente, dejando un hueco significativo en los esfuerzos de prevención.
En 2021, las nuevas infecciones fueron predominantemente entre hombres, especialmente aquellos de 25 a 49 años. Los jóvenes de 15 a 24 años también representaron el 11% de los nuevos casos. Las disparidades de género en la infección por VIH varían en toda la región, con las Bahamas, Cuba y Haití exhibiendo patrones completamente diferentes.
Las mujeres generalmente están más dispuestas a buscar el diagnóstico que los hombres, con un porcentaje más alto de mujeres jóvenes de 25 a 49 años conociendo su estado. En 2021, este grupo de edad representó el 23% de las nuevas infecciones. Las poblaciones clave para nuevas infecciones incluyeron a los clientes de trabajadoras sexuales y sus parejas (38%), hombres gay y otros hombres que tienen relaciones sexuales con hombres (26%), mujeres transgénero (10%) y trabajadoras sexuales (8%). Sin embargo, el 17% de las nuevas infecciones ocurrieron entre la población restante, destacando la importancia de desmantelar la discriminación contra las poblaciones clave.
Uno de los principales desafíos en el Caribe es la prevalencia de la desigualdad de género y la violencia de género, que actúan como barreras para las pruebas y el tratamiento. La discriminación agrava aún más estos problemas, impidiendo que las poblaciones clave accedan a los servicios que necesitan. Las estrategias de comunicación basadas en datos que enfatizan los derechos humanos y el acceso al tratamiento pueden ayudar a abordar estas barreras.
En 2021, el Caribe todavía dependía en gran medida de la financiación externa para luchar contra el VIH/SIDA, siendo la financiación doméstica solo el 31% del gasto regional total. Aunque ha habido un aumento del 87% en la financiación doméstica desde 2010, sigue siendo insuficiente para lograr los objetivos deseados, quedándose corta en más de una cuarta parte del presupuesto total necesario.
Para abordar eficazmente la crisis del VIH en el Caribe, se requiere un enfoque integral y multifacético. Esto incluye:
Aumentar la financiación doméstica para reducir la dependencia de los fondos externos y garantizar soluciones sostenibles a largo plazo.
Implementar estrategias efectivas que prioricen la educación, la prevención, las pruebas y el tratamiento, adaptadas al contexto único de cada país.
Fomentar un entorno de apoyo que elimine la desigualdad de género, la violencia de género y la discriminación, que obstaculizan el acceso a los servicios vitales.
Animar a los hombres a hacerse las pruebas y conocer su estado, ya que este grupo demográfico actualmente presenta tasas de pruebas más bajas que las mujeres.
Fortalecer las asociaciones entre gobiernos, el sector privado y la sociedad civil para desarrollar e implementar intervenciones dirigidas a las poblaciones clave y al público en general.
En conclusión, el Caribe ha hecho avances significativos en la reducción de las muertes relacionadas con el VIH y las nuevas infecciones en la última década, pero aún queda mucho trabajo por hacer. Al abordar las causas fundamentales de la epidemia, invertir en estrategias integrales y fomentar la colaboración entre todas las partes interesadas, la región puede seguir avanzando hacia la eliminación del VIH y la mejora de la salud y el bienestar de su gente.
Commentaires